’IN FLAMES’ O CÓMO QUEMARLO TODO PARA SALVARSE

Existir. Ya es mucho. Fariha (Bakhtawar Mazhar) y Mariam (Ramesha Nawal), madre e hija, prueban a hacerlo en una ciudad de Pakistán. Tras la muerte del patriarca, los demonios cogen más fuerza que nunca. Una fuerza que se les mostrará en lo cotidiano, en el avance, en la normalidad pero también mientras duermen, en sus pesadillas, en la presencia de algo superior, preestablecido a ellas y en el que ellas se ven imbuidas. Sólo quemarlo todo, ponerlo todo en llamas, las podría salvar.

Una salvación trastocada por las ganas de vivir, de salir con el chico que has conocido en la biblioteca, con el tío que intenta apropiarse de las propiedades de su cuñada viuda o que se les niega, a Mariam y Fariha, desde la estructura que las circunda.

Una estructura reforzada por unas ideas y creencias concretas, subyugantes para con las mujeres y donde la supervivencia te obliga a salirte de ésta.

Una salida donde te persiguen, te acosan, te ahogan, te subordinan, te usan, te suprimen, te menosprecian y la única salida es prenderlo todo, quemarlo todo, ponerlo todo en llamas.

Zarrar Kahn realiza una obra audiovisual donde muestra la estructura social, cultural y gubernamental, muy ligada a la religión —a, se supone, ese bien supremo— donde las mujeres son sublevadas. Y su grandeza radica en que lo muestra desde la mayoría de puntos de vista posibles: desde lo mundano hasta lo fantasmagórico.

Ahí es donde radica el miedo de ‘In flames’: ese cisheteropatriarcado que lo anega todo.

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