’LA CHIMERA’ Y LA BÚSQUEDA DE LA FISICIDAD EN LO IDEAL

Después de salir de la cárcel por ser un tombarolo, Arthur (Josh O’Connor) regresa a su chabola en un pueblo de la toscana. Son los años ochenta del siglo pasado. La bonanza económica resurge para todxs como un monstruo imparable. Amenazado por dicho monstruo, en este pueblito de la Toscana, Arthur, imparable arqueólogo, guiado por la avaricia de sus amigxs, también tombaroli, y por el enigmáticx comerciante de arte Spartaco, retomará su antiguo trabajo. Un trabajo, saquear tumbas etruscas, que lo lleva al descubrimiento de bellezas inigualables. Bellezas que, para él, no acaba de encontrar, pues aquello sublime que busca, su desaparecida amante Beniamina (Yile Yara Vianello), es la que más anhela. Y dicho anhelo lo lleva a sumergirse en las tumbas etruscas, en la materialidad de los objetos del pasado, en otros tiempos, en salir de la caverna de Platón que es la vida. La búsqueda de ‘la chimera’.

Una quimera inexistente pero presente. Presente en el alcance de aquellos otros mundos que surgen de la inmersión en las tumbas, de aquellos objetos que guardan historias, que se escondieron para no ser más vistos, se escondieron para ser transportados al mundo de las almas.

Almas que, en los 80 y en la Toscana, vagan entre una ambición desmedida, una posesión incoherente, un amor codicioso, un amor que, parece, solo florece en el mundo de las almas, de las ideas. Un amor que, para Arthur, está hilado en rojo y se encuentra en el más allá pasando, siempre, por la materialidad de los objetos del pasado.

Alice Rohrwacher, Carmela Covino y Marco Pettenello moldean una historia donde conectan el pasado material con el mundo de las ideas. Dos mundos que parecen rechazarse pero que, como vemos en el personaje de Arthur, se intrincan y nos muestras la fisicidad de los objetos para con nuestros ideales: precisamente lo que representa un animal mitológico como, en este caso, la quimera.

Una representación que la directora añade en cada detalle y que hace que dicha interacción -entre lo material y lo ideal- nos guíe y, a la par, nos confunda entre lo simbólico del objeto y la materialidad de lo ideal.

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