’DIARIO DE MI SEXTORSIÓN’ O CÓMO NO NOS PROTEGEN LAS LEYES

Patricia Franquesa acude a Madrid a una reunión. En esas, mientras toma un tercio acompañado con un bocata de calamares, le roban el ordenador de la mochila. Al darse cuenta acude a la policía para denunciar la sustracción de dicho dispositivo. Un dispositivo que,obviamente, contiene archivos personales. Al pasar los días, Patricia recibe un correo electrónico en el que, si no ingresa 2400 dólares en un monedero de bitcoins, se difundirán unas fotos comprometidas de ella entre sus contactos. Alarmada, acude de nuevo a la policía ya que algunos contactos personales y laborales han recibido ya dicho mail. ‘Diario de mi sextorsión’ es el relato personal de los nuevos chantajes contemporáneos, explicado desde la primera persona.

Una primera persona, Patricia, que nos cuenta, de un modo bastante sensorial en la pantalla, cómo vivió su sextorsión. Un modo que nos muestra su intimidad, en tres pantallas -o en una-, con whatsapps y notas de voz, con momentos íntimos con su abuela o en el festival de Locarno mientras vende su proyecto ‘Digital Vagina’.

‘Diario de mi sextorsión’ pone en relieve los dos planos delictivos: el más terrenal y el mas global, y cómo éstos dos van desincronizados. Mientras el terrenal se ciñe a la ley -una ley que está recortada por una burocracia somnolienta e incapaz- la global es libre de dicha burocracia, librándose de unas acotaciones que llevan a la delincuencia que se desarrolla en ese plano a una supractuación impune, como le succede a Patricia, que es ella misma la que descubre el supuesto I.P. de su(s) delincuente(s) y lo comunica a la policía.

La directora, a través del relato de este delito que sufrió en primera persona, muestra el modo en que los delitos se han convertido en algo supranacional, que van más allá de la acotación a un territorio -y, por ende, unas leyes-, y cómo, en definitiva, la delincuencia es más hábil que los Estados para adaptarse a los nuevos tiempos.

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