’THE VISITOR’ Y LAS FUERZAS CENTRÍFUGAS, CENTRÍPETAS Y LA MIGRACIÓN EN U.K.

Producir fragmentación para, así, generar nuevas uniones, nuevos lazos. ‘The visitor’ (Bishop Black), llegado a la orilla del Támesis dentro de una maleta, acaba viviendo en una familia de la alta burguesía. Estamos en Gran Bretaña. Un Londres donde los discursos racistas se expanden velozmente y donde dicha familia vive su hiperindividualismo, consumismo y culto al ego como una religión más. Sólo se juntan para la cena, en la mesa, donde conocen a ‘The visitor’ -hospedado entre ellxs porque es familiar de le sirvientx-. Un visitante que, a través de las relaciones sexuales que va teniendo con cada unx de ellxs, irá transgrediendo el mundo familiar establecido.

Un mundo que se basa en la explotación del cuerpo ajeno como fuerza de trabajo -aquí Bruce LaBruce lo lleva al extremo de lo sexual- que produce en beneficio de unos pocos. Unos beneficios que, como aprovecha el visitante, también pueden hacer subvertir las cosas: la destrucción de lo burgués como una necesidad social, desde dentro. Esas fuerzas centrípetas que producen concentración y que, a través de la reapropiación de los cuerpos y roles familiares, son capaces de colapsar por, precisamente, dicha concentración.

Una revolución sexual del proletariado donde el poder político reside en el cuerpo, capaz de producir un sexo disruptivo. Una disrupción entre fuerzas centrífugas y centrípetas dentro de la institución familiar. Una institución resquebrajada, erosionada, que solo aquello externo puede reconfigurar. Una revolución de roles que empieza por lo palpable, lo físico.

Una fisicidad que presenciamos en toda la película, en cada cena familiar: a través de la comida, del maridaje, de lxs cuerpxs, de los espacios que ocupan, de la naturaleza que lxs rodea y del asfalto que lxs asfixia.

Bruce LaBruce realiza una película-manifiesto político donde dirige la mirada hacia la apropiación y explotación del cuerpo migrante por occidente como solo una fuerza trabajadora para extraer una plusvalía en su beneficio único. Y el director lo hace con mucho tecno, situaciones muy explícitas, declaraciones de intenciones claras y un transcurso fílmico que no deja indiferente a lxs espectadorxs.

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