La explotación laboral normalizada. Una serie de personas han sufrido accidentes laborales irreversibles que les han producido discapacidades para volver a realizar su trabajo, ganarse la vida. Mientras, las empresas van multiplicando sus beneficios. Unos beneficios a costa de la salud de sus trabajadorxs, de la plusvalía que producen. Angela (Ilinca Manolache) es ayudante de producción para una empresa multinacional de publicidad. Le han encargado buscar a las personas que han sufrido accidentes laborales para elaborar un anuncio sobre la importancia de la seguridad en el puesto de trabajo. Contradicciones entre el fin y el hacer, Angela trabaja incansablemente para dar con estas personas. Un trabajo que la aparta de su vida, en el cual no la valoran y en el que su única salida es expresar su rabia en los reels de sus redes sociales como único escape. ‘No esperes demasiado del fin del mundo’ porque ya ha llegado, vivimos en él y las personas han sido relegadas a meros objetos consumibles.
Unos objetos consumibles totalmente manipulables, desechables y sustituibles cuando el sistema no es capaz de exprimir su plusvalía de su propia mano de obra. Unos objetos que, una vez desechados, sólo son útiles cuando se trata, precisamente, de blanquear la imagen productiva de ellxs: el trabajo dignifica, por eso es importante que te mantengas en las condiciones optimas para seguir trabajando, produciendo, entregándonos tu plusvalía.
Una plusvalía que el propio anuncio que elabora la productora donde trabaja Angela intenta hacer valer al explotado, al trabajadorx. Un trabajador que, como imagen validadora, el neocapitalismo trata de modificar a su antojo porque éste sabe que una imagen no vale más que mil palabras.
Radu Jude elabora un guión donde aborda toda la complejidad sobre la explotación laboral en la contemporaneidad. Y lo elabora partiendo de la contradicción de que tenemos trabajos de más calidad pero, a la vez, también estamos más explotadxs. El director no elabora una sátira, elabora una verdad que a todxs nos cuesta de ver, pues en últimas, en dicha explotación, el sistema nos ha hecho creer que nuestro trabajo soñado merece el 100% de nuestro tiempo. Y no.
‘No esperes demasiado del fin del mundo’ es el fin del mundo hecho realidad.

