Maria (Saura Lightfoot Leon) tiene 7 años. Vive con su madre en el extrarradio de Londres. Es el año 1984 y la relación entre ellas viene marcada por un fuerte apego, una fuerte dependencia. Una dependencia que Cynthia (Hayley Squires), la madre de Maria, también tiene sobre los objetos que invaden su casa. Una invasión material que las impide llevar una vida cotidiana simple, sin excesos. Unos excesos que acabarán por sepultar a Cynthia y entregando a Maria a una casa de acogida. Una casa de acogida donde se vuelve adolescente. Una adolescente que, en últimas, sigue repitiendo el eterno retorno. Sigue repitiendo ‘los excesos’.
Unos excesos que la llevan al dolor y a convivir con el trauma. Unos excesos que, en el amor materno recibido de pequeña, se forjan a base de una histeria maternal que la llevan a la situación presente, a dibujar los límites más al borde, a inundarse de una autodestrucción junto a Michael (Joseph Quinn) que, precisamente, lxs lleva a un tipo de amor similar que tenía Maria con su madre.
La ópera prima de Luna Carmoon es una película de difícil acceso, con grandes incoherencias en sus personajes pero que, precisamente, éste es su mayor atractivo: ver las contradicciones en ellxs, aquello que lxs guía, lo que les ha dado forma en el presente. Una historia con imágenes excesivas donde los personajes se ven atrapados en el eterno retorno. Un retorno que intentan evitar pero al que caen guiados por el dolor, la histeria y el trauma.
‘Los excesos’ son los lazos sociales relacionales, una forma distinta de entender el dolor -que, si lo dejas, te arrastrará- y el trauma y el amor como entes primarios inertes al individuo.

