Verano, en el campo, en el río, entre ensayos. Cinco amigas: 4 actrices y una escritora se retiran a un molino para ensayar la próxima obra, su próximo estreno. Una semana donde entre ensayos, baños en el río, verbenas de pueblo y situaciones comunes, mundanas, se celebrarán entre ellas, por ellas y para ellas, navegando entre temas como la representación propia y ajena, los sentimientos encontrados y mostrados sobre el escenario, situaciones personales definitorias, dudas y preocupaciones, y la mirada ajena como metodo de aprendizaje. Un espacio, esa semana, donde ‘las chicas están bien’ y, después, lo seguirán estando.
La opera prima de Itsaso Arana muestra, en una suerte de aislamiento del mundo que representa ese campo con dicha obra teatral, unas situaciones mundanas atravesadas por temas vitales como el amor, la muerte, la belleza, la amistad, el sistema de creencias y la presentación y representación que hacemos, ya sea sobre el escenario o en la vida real.
‘Las chicas están bien’ es una película sencilla en su forma pero no en su contenido, pues éste juega a lo metafísico en lo mundano, a aquello que va más alla de nosotrxs pero situándose en el aquí. Y lo hace sin el uso de un simbolismo evidente. Más bien destaca aquello que no se dice pero se siente, aquello que se esfuma pero está siempre presente.
Con toques de realismo mágico, este breve cuento de verano nos muestra el potencial de lo mundano, que cada momento es trascendental en nuestro recorrido vital y que siempre, siempre, siempre es buen momento para celebrarnos. Por eso, como hacen Bárbara, Irene, Itziar, Helena e Itsaso, siempre hay que celebrarse a una misma. Por ser, por existir, por estar, por compartir y por lo que es y será.

