‘LATE NIGHT WITH THE DEVIL’ O CÓMO VENDERSE

Todo por recuperar la fama, el dinero y el prestigio. En 1977 Jack Delroy (David Dastmalchian) realiza un especial de Halloween de su late night con tal de recuperar la audiencia que, en tiempos exitosos pasados, tenía. Para ello, invita al médium Christou (Fayssal Bazzi), al escéptico Carmichael Haig (Ian Bliss) y a la parapsicóloga June Ross-Michele (Laura Gordon) junto a Lilly (Ingrid Torelli) una adolescente poseída por el mismo diablo y sujeto principal de sus investigaciones. El programa promete. Tiene todos los ingredientes para que Jack y los directivos de la cadena recuperen lo que ansían. Pero algo se tuerce en ese set conforme la noche va avanzando. Llegamos, como espectadorxs, cotillas y voyeurs, a la última emisión de dicho programa. No os perdáis el ‘late night with the devil’, que promete.

Promete mostrar lo que demanda la sociedad del espectáculo: contenido de consumo, cual mercancía, donde el beneficio se extrae de unos sujetos pasivos que contemplan unas imágenes. Una mercancía apuntalada por la decadencia de los números, el sensacionalismo que la conduce y la supremacía del capital.

Los hermanos Cairnes realizan una película que nos posiciona como voyeurs de la industria televisiva en los años 1970 y, al mismo tiempo, nos hipnotizan para ver el espectáculo siendo conscientes de lo que esto conlleva. Entrando y saliendo de las ondas televisivas, vemos los espacios paralelos que forman el mundo de la televisión. Una televisión que aterroriza por la voracidad en la que consume a las personas, las exprime, sin ningún tipo de reparo.

El film cuenta con una estética muy setentera y un contexto muy elaborado para que el programa de televisión funcione que junto a la combinación de imágenes, el dinamismo del guión, una duración adecuada y un final que sorprende -guste o no- la veamos como una película muy atrayente.

‘Late night with the devil’ es vender tu alma al diablo. Un diablo que, como vemos, no la quiere comprar.

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