’ESTACIÓN ROCAFORT’ O LA VIGENCIA ACTUAL DEL MITO

Laura (Natalia Azahara) empieza a trabajar en el metro de Barcelona. Ilusionada con el nuevo trabajo, le asignan la estación de Rocafort. Según la leyenda urbana, una de las estaciones más antiguas y en la que han sucedido más suicidios de toda la red de metro. Conforme se va situando en el nuevo trabajo, algo la va sacando de su nueva realidad laboral, hasta el punto que no es capaz de apreciar ésta. Buscando qué es lo que le pudiera suceder, Laura decide contactar con Román (Javier Gutiérrez), un antiguo policía que, en 1999, investigó una serie de extraños asesinatos acaecidos en la ‘Estación Rocafort’.

Unos asesinatos cometidos por Elías (Celso Bugallo) en nombre de una figura mitológica. Figura que, aunque ausente, durante el metraje se muestra siempre presente. Una figura que, como asegura el etnógrafo Claude Lévi-Strauss en sus investigaciones, corresponde a un sistema de lógicas definidas que responden al modo de tiempo y asimilación.

En ‘Estación Rocafort’ apreciamos, en un divertimento, la manera en que el mito sigue explicándonos la diversidad de códigos sociales y la dialéctica del continente y el contenido. Y lo hace empleando un lenguaje audiovisual actual.

Luis Prieto realiza una película entretenida, con algún susto, unos personajes bastante redondos para con la trama y un significante interesante. Aunque las imágenes mostradas corresponden a una construcción clásica dentro del género, la unión de éstas les rinde cierto atractivo.

Estación Rocafort’ es tradición oral contemporánea hecha película.

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