‘*QUERER’ O CÓMO LOS VERBOS RECONFIGURAN NUESTROS ESPACIOS

Los sitios seguros son seguros porqué la relación que se da en ellos se comprende en estados de igualdad. Sitios seguros que, aun así, se ven atravesados por todo aquello que interfiere en las personas como animal social que se vincula a dichos lazos, sin que pueda de ellos desligarse. Miren Torres (Nagore Aranburu) está en dicha situación: en un esquema matrimonial, desde hace 30 años, con dos hijos adultos independizados y un marido. Un día decide denunciar el tipo de relaciones abusivas -física y verbalmente- que ha sufrido durante los 30 años al lado de su marido. Un proceso que pasa por ‘*querer’, *mentir, *juzgar y *perder. Un proceso que hará, precisamente, que observemos el modo en que dichos espacios sociales seguros son atravesados por instituciones sociales y culturales, como la conducta heredada, la desconfianza en nuestras vivencias, los lazos de sangre -supuestamente irrompibles- de los que queremos desligarnos, y el sistema gubernamental.

*Querer. Querer romper con todo ello comporta un desligamiento de nuestras redes sociales. Un desligamiento que, con el filtrado institucional, contribuye a reforzar esta separación: tal como le pasa a Miren con la relación con sus hijos pero también con la imposibilidad del sistema para protegerla cuando decide denunciar los hechos que sucedieron en su matrimonio.

*Mentir. Es con este verbo cómo moldeamos dichos lazos sociales injustos y desiguales para con los hechos reales y nuestras aproximaciones a ellos. Mientras que la familia benestante de Iñigo Gorosmendi (Pedro Casablanc), exmarido de Miren, le configura la realidad deseada deformando la persona de Miren, ésta se ve desacreditada por su entorno más cercano, como amigos e incluso sus hijos, que dudan de lo relatado en la denuncia. Una denuncia que muestra que cualquier espacio puede ser un espacio de violencia. No sólo por los hechos que en ella se denuncian, sino cuando el padre decide leerles la denuncia a sus hijos, cuando la familia de él no da crédito a lo relatado o cuando los amigos del marido deciden sacarle peso a aquello que relata la denunciante.

*Juzgar. Juzgar es sobre lo que parten dichas relaciones sociales y culturales que construyen, en últimas, dichos espacios. Espacios que son privilegiados para algunos y desfavorecidos para otrxs. Durante el juicio, en el juzgado, somos testigos de ello: Miren tiene que declarar escondida entre biombos mientras que su marido está desligado de ello. Mientras ella tiene que responder por su estado, por su persona, por sus situaciones, él sólo responde por los hechos que se le imputan. Vemos, entonces, una partida para ambas partes que se inicia ya en la desigualdad de condiciones. Unas condiciones que, en el sistema judicial, parten de lo probado aunque dicha aprobación no significa que no haya sucedido.

*Perder. Es dentro de esos códigos judiciales donde se elabora la pérdida. Una pérdida que, en el espacio de una sala de juicios, es resultado de una violencia estructural, repitiendo el esquema de las relaciones sociales desiguales e injustas, donde todo el peso de ello recae en la víctima. Aun así, hay algo que se da al márgen de dichos espacios sociales e institucionales desiguales, y es la creación de unos nuevos partiendo de nuevas premisas para con tu entorno, como le sucede a Miren con sus hijos -sobretodo con Aitor (Miguel Bernardeau)-.

Alauda Ruíz de Azúa, junto a Júlia de Paz y Eduard Sola, escriben una serie judicial haciendo énfasis en el entorno colindante de un juicio por violencia machista. Y lo hacen focalizándose en las estructuras y redes sociales y cómo éstas se van modificando con dicho proceso judicial, mostrando lo que atraviesa a cada personaje dentro de éstas, de qué parten, a dónde llegan, qué albergan. Una serie donde el verbo, la acción, es de vital importancia, de ahí que los cuatro capítulos que la forman se llamen *querer, *mentir, *juzgar y *perder.

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