1983, Madrid. Andy Warhol, junto a su séquito, llega a la capital para su primera exposición en el país. ¿El artífice de este evento único? Fernando Vijande. Galerista conocido en el mundo del arte, tejió una relación con el artista, con Fred Hughes y con Bob Colacello para que fuera posible. Una posibilidad que se dio cuando el dictador ya había muerto y el país se movía entre los resquicios de una dictadura católico-nacionalista y un despertar hacía aquello nuevo, aquello esperado. En ese entremedio, con Warhol como guía, en una galería situada en un sótano, se dio un akelarre artístico. Akelarre con pistolas, cuchillos y cruces, en el que participaron artistas, gente del mundo de las artes, las élites y el underground madrileño: ‘Warhol—Vijande: más que pistolas, cuchillos y cruces’.
Un más allá que, relatado por Olvido Gara, se sumerge en el modo en que dicho akelarre fue posible. Y fue posible por una alineación de personas, intereses y tiempo que, artísticamente, dio lugar a que Andy pensara en España como pistolas, cuchillos y cruces. Un pensamiento, una representación, estereotipada que, pasada por el filtro Warholiano, lo hizo todo más pop. Un arte pop que hizo de conector entre The Factory y la movida madrileña, entre Madrid y Nueva York.
Sebastián Galan elabora un documental sobre un hecho concreto, cómo se orquestó y el significado que tuvo —y tiene— en la historia madrileña. Una historia, la visita de Warhol, que, aunque omita cosas, aquellas que nos cuenta despiertan interés, sobretodo si Warhol, como personaje, te interesa como actor dentro del tejido social.
‘Warhol—Vijande: más que pistolas, cuchillos y cruces’ es una reconstrucción de un hecho puntual histórico, un destello de luz entre la oscuridad nacional-católica del régimen fascista pasado, un akelarre al que todxs queremos asistir.
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