El reconocimiento como aquello que precede nuestra reputación. Una reputación alimentada por ese mismo reconocimiento. Lydia Tár (Cate Blanchett) es una mujer de mediana edad que trabaja para la filarmónica de Berlín. Directora de orquesta contemporánea, destacada ganadora del E.G.O.T., se enfrenta a grabar en directo la quinta de Mahler. Desde ese pedestal, su reputación, con su batuta, tiene el mundo de la música clásica a su merced. Una merced que se ve girada por su poder y el uso que hace de éste.
Un uso que, siendo mujer y en su mundo laboral dominado por hombres, reproduce en un tiempo supuestamente diverso donde replica la conducta del abuso sistemático de las altas esferas. Unas esferas que, para ella, se mueven entre Berlín y Nueva York. Se mueven en un matrimonio no monógamo. Se mueven entre el artista y la persona, aunque ella sólo haga que ponerlo en común. Se mueve en su lesbianismo, reproducido desde una masculinidad que la precede. La precede en actuación y en forma.
Unas formas que la conducen a su tiempo y la importancia de éste. Un tiempo que converge en Lydia Tár (Cate Blanchett) en sus composiciones, en la vida familiar, en la relación con sus alumnxs, en sus obsesiones, en su papel versus su reputación, en su figura dentro del mundo de la música clásica.
Todd Field nos visualiza una historia donde nos lleva a la contradicción de nuestros tiempos. Unos tiempos donde el abuso sistematizado de las altas esferas se repite como una partitura realizada con sus tiempos exactos y sus silencios pautados. ‘Tár’ es un film sobre la figura del artista y de la persona, sobre los supuestos tiempos diversificados que vivimos, sobre la reputación que otorgamos como espectadorxs y el uso que el reputadx hace de ésta.
‘Tár’ es una historia sutil pero efectiva a la par que contradictoria con lx espectadorx.