’EMILIA PÉREZ’ O CÓMO REALIZAR UNA ÓPERA CONTEMPORÁNEA

Amor, muerte y renacimiento. Todos nos envuelven, todos nos tocan. La abogada Rita Moro Castro (Zoë Saldaña) los conoce bien: en el bufete de abogados en el que trabaja en México, exonera a los criminales del final carcelario que les corresponde. Contactada un día por uno de los señores de la droga, dueño de los bajos fondos y las altas esferas, para una proposición. Proposición inesperada, que puede hacer de Rita una persona rica, cambiar de aires, de país, ofrecerle un nuevo renacer, como el que le pide Manitas del Monte (Karla Sofía Gascón), el lord de la droga, a ella: borrar todo su rastro, su vida, proteger a su mujer (Selena Gómez) y sus hijxs, transicionar, ser mujer, ser ‘Emilia Pérez’.

Un renacimiento que se inicia en el cuerpo, en la modificación de éste. Que continua con el otro lado de la historia, con aquellxs que el narcotráfico ha dejado en el camino, con la creación de una fundación para restablecerlo, hayándose en ti mismx el origen de ello. Un desdoblamiento entre persona y realidad que ocupa pero también entre la residencia del bien y el mal en un mismo punto, aunque dicho punto cambie: lo que queda de unx en el otro, lo que el otrx aporta a dicho unx: Manitas del Monte/ Emilia Pérez, presencia/ausencia.

Una muerte, una ausencia, que observamos en muchos puntos: quien hace la ley es quien está más muerto por la corrupción, quien crea el caos intenta restablecerlo, quien se proyecta en sociedad en una masculinidad tóxica debe morir para ser quien se quiere ser. Desdoblamientos de realidades, personas y situaciones que requieren la muerte de algo, aunque ese algo siempre permanezca ahí, en el fondo, como construcciones de aquello que fuimos y que arrastramos en el presente.

Un amor, en el presente, que presuntamente parte de cero. Un partir, en ese amor, que se ve manchado por la rareza que supone en un ambiente donde la violencia es el único código que se conoce, que se perpetua. Un amor que parece singular, extraño y que, al sentirlo, nos hace parecer ajenxs. Éste nos lleva, precisamente, por el camino de la muerte, del renacimiento.

Jacques Audiard presenta una ópera audiovisual contemporánea donde convergen el narcotráfico y sus consecuencias en México, la identidad y lo corpóreo, la difuminación del bien y el mal como entes categóricos, y la empatía como una joya de una rareza única. Y el director lo hace con una innovación narrativa fílmica singular.

‘Emilia Pérez’ es amar, morir y renacer. Todo ello desde el caos, la violencia.

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