Yana (Ia Sukhitashvil) es la esposa de David (Rati Oneli), líder de una comunidad de testigos de Jehová en la ortodoxa y rural Georgia. Comunidad que un día, en uno de sus oficios, es brutalmente atacada. Brutalidad que llevará a Yana (Ia Sukhitashvil) a plantearse su aquí, su ahora y la relación con su ser presente. Un ser presente que se verá negado cuando dicha brutalidad —la misma que ataca a su comunidad— ataca su hogar, su familia, sus ideales e incluso su cuerpo. Ataque que replanteará un posible inicio y, por ende, un posible final. Porque para empezar—para tener un ‘beginning’—, primero hay que acabar.
Esa misma dualidad. Ese pensamiento dualista con los matices grisáceos negados es la que dicta el bien y el mal. Conceptos que, aunque superfluos, se entrelazan en unos mecanismo que los traen a lo terrenal, a esa tierra ortodoxa y rural de Georgia, pero con el prisma de Jehová. Conceptos que Yana (Ia Sukhitashvil) transmite a los niñxs de su comunidad. Conceptos que en su entorno, en la brutalidad que la envuelve, no ven definición palpable y comprensible: sólo un torbellino de invasión, violencia e incomprensión.
Entorno donde, sin conceptos, se experimenta cierta quietud. Una quietud que paraliza y normaliza todo proceder, aunque dicho proceder se sitúe en el bien, en el mal o en la gama grisácea. Una quietud que lleva al espectadorx a vivir la historia de Yana (Ia Sukhitashvil) como un observadorx paralizadx y normalizadx frente a los hechos pero que, al mismo tiempo, se conmociona por su imposibilidad de hacer algo, por su efimeridad, por el desvanecimiento, por el vacío.
Del Kulumbegashvili nos lleva a quedarnos quietos, ajenos, a las atrocidades de nuestro entorno. Nos lleva a observar aquello que nos da más miedo: nosotrxs mismxs. Una observación que nos arrastrará hasta un precipicio y que, en última instancia, dependerá sólo de nosotrxs que observemos dicho vacío.
‘Beginning’ es, en el fondo, ese vacío que tanto miedo nos da pero del que todxs estamxs formadxs.
Cinematismo 