Santiago (Juan Luís Galiardo) se despierta. En la cama, minutos antes, se da cuenta de que ha pasado una mala noche. Noche que lo enfrenta a un día con la familia para celebrar su cumpleaños. Un cumpleaños que se verá interrumpido por Alicia (Béatrice Camurat) cuando necesite ayuda para arreglar su coche averiado. Una avería que, a lo largo de la jornada, destapará los entresijos familiares. Unos entresijos que se despliegan en un contexto de celebración y alegría. Un cumpleaños en ‘Familia’.
Una familia que realiza todo lo posible para que Santiago (Juan Luís Galiardo) se sienta querido y admirado en la celebración de su cumpleaños, haciendo los regalos acertados, obedeciendo sus deseos y peticiones, priorizando lo que le viene en gana a él. Un día pretendidamente perfecto y deshonestamente familiar. Deshonestamente familiar cuando, a la llegada de los tixs, Alicia (Béatrice Camurat) y las desavenencias con lxs hijxs, se entreteje lo individual con el tejido social que conforma y confronta al individuo.
Un individuo que, en ‘Familia’, es capaz de comportarse asintomático para con su entorno priorizando al otro mientras que sus actuaciones responden a voluntades e incentivos puramente propios. Unas propiedades que conllevan la disidencia de lo dicho con lo hecho, como cuando los dos ‘hermanxs’ adolescentes tienen sexo o cuando la abuela Rosa (Raquel Rodrigo) pone en cinta, con una bofetada, a su ‘hijo’ Santiago (Juan Luís Galiardo) para la ‘perfecta’ foto familiar.
Fernando León de Aranoa nos expone al juego de los roles familiares, los que otorgamos, los que adquirimos voluntariamente y los que se nos asignan. En una jornada, en un día particular, recorremos las incoherencias entre nuestras acciones y nuestros discursos, ambos artificios culturales que nos atraviesan como individuos sociales, con una puesta en escena simple, ligera y efectiva.