De zorro respetable, con su esposa (Meryl Streep) y su hijo Ash (Jason Schwartzman), mudándose de la madriguera a la casa árbol porqué ha progresado en el trabajo, en la vida. Ahora es periodista. La vida perfecta. Aunque por la noche, con su abogado, con el señor Mofeta, es fiel a su naturaleza. Naturaleza que lo lleva a devastar las granjas de pollos, patos y pavos de sus vecinos Boggis, Bunce y Bean. Devastación que lo lleva a una situación no tan fantástica con unos vecinos no tan fantásticos. Esta es la historia del ‘Fantastic Mr. Fox’.
Historia que se inicia con, aunque en otro cálculo de tiempo, unos años que pasan más veloces, con una progresión, una idealización de una vida mejor que para Mr. Fox (George Clooney) y los suyos inicia cuando sigue el sendero regular delimitado: tener hijos, comprarse una casa en los suburbios, y esas cosas.
Cosillas que hace que la monotonía lo arroye, añorando tiempos pasados. Tiempos que, por la noche, intenta revivir con su amigo y abogado mofeta haciéndose con pollos, patos y pavos de las granjas de los vecinos.
Vecinos que intentan matarlo a toda costa ya que es una perdida monetaria para ellos. Intento, el de los vecinos, que hará que quieran acabar con todos los animales que disturben sus granjas. Animales que asumirán las consecuencias de los actos de Mr.Fox y se unirán contra él para, luego, unirse contra los granjeros.
Unos granjeros que se ven unidos y hundidos por sus miserias avariciosas y sus ganas de venganza, mientras que los animales se ven guiados por su instinto. Es aquello insertado en nosotrxs en contraposición a aquello que nace de nosotros.
Wes Anderson nos explica, en unos fotogramas con mucha textura, los cuales casi podemos tocar con la mirada —el movimiento del pelo de Mr. Fox es sublime—, el cuento infantil de Roald Dahl donde muestra el progreso como algo contraproducente, en cierto sentido, ya que prevalece la esencia del ser.
‘Fantastic Mr. Fox’ es la esencia de lo que se es en un cierto entorno y para con tu comunidad.