Italia. Podría ser cualquier pueblo de provincia. Allí, vive Benedetta (Gaia di Pietro). Una adolescente de 15 años envuelta en su rutina con su amiga, atrapada en sus complejos debido a su cuerpo no normativo y castigada por una madre que refleja sus frustraciones en ella. Un día, delante de su casa, se instala la feria ambulante. Una feria que traerá a Amanda (Andrea Carpenzano), una persona no binaria que trastocará el mundo de Benedetta. Un giro, en su vida, como el que hace el ‘Calcinculo’.
Un giro, conocer a Amanda (Andrea Carpenzano), que le traerá a Benedetta (Gaia di Pietro) una visión sobre sí misma más allá de sus complejos, de los complejos de su madre y de su rutina.
Una rutina que Amanda (Andrea Carpenzano) encuentra fascinante desde su mundo ambulante de ferias, drogas y sexo por dinero. Un vivir al margen sustentado en una supervivencia no más alejada de su ser. Un ser, Amanda, que no dudará en servirse de Benedetta y que Benedetta no dudará en seguir para situarse en sí.
Unas situaciones, en la caravana, en el coche por la carretera, lxs dos, donde la necesidad de sobrevivir a unx mismx y, sobretodo, a lxs demás, se hace necesaria en el gesto, en el detalle. Unos detalles que arrastran unas normas sociales y culturales que atraviesan ambos cuerpos. Que atraviesan todos los cuerpos.
Chiara Bellosi realiza una película donde nos muestra cómo las normas y las herencias sociales y culturales atraviesan brutalmente los cuerpos. Unos cuerpos afligidos por las propias concepciones y condicionados por el ambiente en el que desarrollan sus gestos. Cuerpos que, en un mundo cruel como en el que habitan, se ven relegados a la supervivencia.
‘Calcinculo’ es la muestra de cómo nos relacionamos con nuestros cuerpos desde tres perspectivas: desde la madre (Barbara Chichiarelli) de Benedetta, frustrada por tener el cuerpo y el talento para ser bailarina pero no serlo; el de Amanda (Andrea Carpenzano) que ve su cuerpo mercantilizado por una sociedad que no es capaz de ver más allá del binarismo; y el de Benedetta (Gaia di Pietro) educado para sentirse incómodo en su ser.