De telón de fondo, Medellín. Ciudad amenazante, ciudad de terror. Víctor Gaviria conduce un coche fúnebre por sus calles. Coche fúnebre que transporta unx jóven difunto arrasado por la invisibilidad del futuro y el aplastamiento del conservadurismo de su entorno. Entretanto, éste nos narra la preproducción de su primera película. Una película de serie B donde las personas del presente son espectrofílicxs —personas que tienen sexo con fantasmas—, dialogando y mezclándose, así, con un pasado que les persigue en el presente. Un presente que un grupo de personas queer —como Anhell69– intentan esquivar, sobrevivir y reivindicar desde sus espacios, desde el techno, desde Medellín, desde su posición en el mundo.
Un mundo que no les escoge a ellxs, como ellxs no escogieron nacer. Pero les ha tocado este momento, esta ciudad, este conservadurismo que intentan combatir desde su existencia. Una existencia que se confronta con una arquitectura amenazante y, a la vez, destruida. Una destrucción, simbólica y palpable a la vez, que conlleva muerte, violencia y negación de la paz. Y también vivir con esos fantasmas.
Unxs fantasmas disidentes, rompiendo la norma de un país, una ciudad, connotada por la idea del máximo exponente de Pablo Escobar como ideal patriótico, mientras una paz ausente es firmada oficialmente.
Unxs fantasmas que se relacionan con un grupo de personas queer situadas, aunque no sean conscientes, en un futuro avanzado donde el género es fluido, la aceptación y la perspectiva es aceptada, y la expresión artística es parte de la vida. Una vida que ellxs ven sin, precisamente, dicho futuro. Vida que la ven y la crean desde los márgenes.
Unos márgenes que también acaba recorriendo el coche fúnebre que Theo Montoya nos muestra al principio. Un principio y un final desolador, llenando el significante de significado. Un significado que sólo aquellas personas elegidas, aquel grupo de personas queer —ya sea en el aquí o en el más allá, como espectros— son capaces de mostrar en un Medellín, en una ciudad que trata de engullir y neutralizar —incluso hasta la muerte— a las personas que la habitan.
‘Anhell69’ es la existencia individual, ya sea a través de la vida o de la muerte, como la mejor arma combativa.