’RIMINI’ Y ‘SPARTA’ O CÓMO HACER UN DÍPTICO FÍLMICO SUTIL A LA VEZ QUE OSCURO

Dos hermanos: Richie Bravo (Michael Thomas) y Ewald (Georg Friedrich) se reúnen para enterrar a su madre recién fallecida. Entre recuerdos, objetos acumulados y las visitas a un padre demente en un asilo donde, entre delirios, sólo rememora cánticos nazis, llevan a cabo el funeral. Un funeral donde ambos hermanos presentes se abstraen de lo que se les presenta y, pasado el momento, vuelven a sus lugares de residencia: Ewald a Rumanía y Richie a Rimini, a seguir cantando Schlager en hoteles decadentes.

Unos hoteles, situados en un Rimini fantasmagórico, donde las almas en pena apartadas del sistema vagan por las calles sin rostro concreto, venidas a menos. Como las actuaciones de Richie Bravo, dirigidas a sus fans sexagenarias y donde su figura, arruinada por el alcohol y el tabaco y por la sombra de aquello que fue, se ve obligada a tener sexo con éstas para sobrevivir.

Una supervivencia que le llevó a desatender a su hija, priorizando sus actuaciones y sus vicios. Una hija que vuelve para pedirle el dinero que le debe de estos años que no le pasó la manutención. Una deuda, sentimental y monetaria, que se ve en distintos niveles del guión que realiza Ulrich Seidl y Veronika Franz.

Fotograma de ‘Sparta’ cedido por Filmin.

Ewald (Georg Friedrich), de vuelta a Transilvania, se da cuenta que su vida anodina es frustrante. Una frustración que intenta calmar yéndose al interior de Rumanía. Allí empieza a dar clases de judo a los niños de la zona, transformando una antigua escuela en una fortaleza donde los niños evaden sus realidades más crudas, en un entorno rural donde la masculinidad más tóxica lo invade todo. A la vez, Ewald también se evade dando rienda suelta a un secreto oscuro que lleva con él desde mucho tiempo. Un secreto que, una vez lo conocen los habitantes del pueblo, estos lo llevan a destruir su fortaleza, a destruir ‘Sparta’.

Veronika Franz e Ulrich Seidl realizan unos guiones muy sutiles y oscuros sobre los fantasmas que nos persiguen. Unos fantasmas que se muestran en la figura del padre sobre aquel pasado que nos conforma el presente —aunque sea desde la demencia, la locura. Otro fantasma sobre la decadencia del ser humano en vía de un egocentrismo enfermizo, insano —como Richie—. Y el último fantasma del abuso de poder, retratado por Ewald.

‘Rimini’ y ‘Sparta’ es un díptico audiovisual sutil y muy oscuro con una narración pausada y agresiva en sus ideas.

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