’SALOUM’ O CÓMO USAR LA MAGIA NEGRA A TU FAVOR

Guinea-Bissau. Año 2003. En un pequeño pueblo aparecen todos los habitantes muertos. Por allí han pasado Chaka (Yann Gael), Minuit (Mentor Ba) y Rafa (Roger Sallah) para rescatar a Félix (Renaud Farah), un traficante mexicano de alto nivel que necesita una huida. Huida que se ve interrumpida cuando la avioneta en la que van se queda casi sin combustible y con una ala dañada. Interrumpción que los deja en Senegal, concretamente en ‘Saloum’.

Allí son acogidos en una reserva donde, a cambio de tareas, pueden hospedarse y, en últimas, proveerse de combustible y resina para reparar el ala para, así, reemprender su huida.

Una reserva en la que se verán —los tres mercenarios y el traficante mexicano— acompañados por una mujer sorda (Evelyne Ily Juhen), un policía, una pareja de artistas, el jefe de la reserva (Bruno Henry) y los animales y espíritus que residen allí.

Unos espíritus que obedecen a un bien supremo y que se alimentan de las almas y los cuerpos entrándoles por los oídos, por el sonido. Un sonido zigzagueante que, para huir de dicha reserva, deberán esquivar y liquidar con muchas armas y algunas balas.

Un sonido que se repite, desde su infancia, en Chaka (Yann Gael) y que lo llevó a creer en el bien supremo invadiendo, incluso, su presente.

Un presente invadido por las supersticiones actuales de una Africa anclada en el animismo y los chamanes —tanto para bien como para mal— y donde residen todo tipo de magias destacando la blanca y la negra por ser, supuestamente, contrapuestas.

Jean Luc Herbulot nos inicia en un film de narcotraficantes para llevarnos por un territorio de western donde el punto céntrico es la magia negra y las creencias que, en el fondo, hospeda una venganza. Un circuito fílmico singular, con humor y momentos de terror rural sorprendentes.

‘Saloum’ es el lugar donde la venganza se sirve de la mágia negra para que, aunque ésta acabe contigo, sea más justa.

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