’LAS GENTILES’ O CÓMO REFORMULAR EL IMPULSO ANÁRQUICO

Morir jóven, dejar un cadáver bonito. En la flor de la vida. Una vida que se marchita pero que resplandece. Ana (África De La Cruz), en su adolescencia, en Sevilla, se sitúa en ese momento. Un momento junto a su amiga Corrales (Paula Díaz), con la que comparte momentos felices y hundimientos en sus propias miserias. Unas miserias que comparten por Instagram descubriendo un mundo de stickers, emoticonos, stories y reels fascinante y aterrador. Un terror que empieza con la idea de acabar con su vida. Su vida del aquí y del ahora. Ser gentil, en nuestro mundo, con una misma. Le llaman ‘Las gentiles’.

Una gentileza que se ve rodeada por una familia desestructurada cuando la madre de Ana (África De La Cruz) no ve la disolución de su matrimonio, o cuando la felicidad de la madre de Corrales (Paula Díaz) invade y molesta la visión de su hija y sus amigas.

Unas amigas que están acercándose a un mundo adulto que se presenta aterrador, en el que no encajan. Un salirse de lo estandarizado que las lleva a cruzar la autovía sin mirar y grabarlo con el móvil. Un salirse de lo estándar que responde a un impulso anárquico: a ser punky.

Un punkismo guiado por la sobreestimulación de un entorno y de las propias dinámicas de las amigas. Un impulso anárquico que no deja comprender la relación de amistad o más entre Ana y Corrales. Cuando todo está diluido en la adolescencia, no hay nada a lo que agarrarse.

Santi Amodeo se acerca al impulso de autodestrucción —no como lo haría el misógino de Freud— para mostrar, en el mundo contemporáneo, la disolución de nuestras relaciones y la insoportable levedad de nuestra existencia. Una existencia que se ve felizmente banal e inocua asomada a un precipicio. Con un grupo de amigas interpretadas excelentemente que navegan en una felicidad entristecida.

‘Las gentiles’ es el redescubrimiento de la vida a través de la presencia, en ésta, de la muerte.

Deja un comentario