Epicúreo. Placer. Vivir con esa finalidad. Evitar el dolor. Entregar la vida a ese disfrute como un bien supremo; como una meta a alcanzar en la vida. ¿Felicidad? No. Mejor eliminar el temor a la angustia, el dolor, la ansiedad, la cólera, el odio, la tristeza. George Falconer vive con ellas.
Verano del amor. California. 1962. La pérdida de un ser querido define los días del profesor Falconer (Colin Firth) sucumbido a una rutina inerte de la cual sólo ve una salida. Salida que define el sentido de su vida, acabando con ella.
La vida es lo que pasa mientras tú haces otros planes. Son decisiones. Decisiones ajenas a la realidad más personal. La única decisión certera en el tiempo es el poder de decidir sobre tu vida. Más bien sobre la continuidad de ésta. Acabar con ésta o seguir. Seguir aunque sólo sea por curiosidad.
George Falconer (Colin Firth) decide acabar con ella, pues los planes que tenía no se han cumplido. Amor. Pérdida. Perder; dejar de poseer a causa de circunstancias ajenas. Amor. Amar; ese sentimiento de afecto e inclinación hacia una persona que se le desea todo lo bueno. Todo placer. Todo un sentimiento epicúero.
Charley (Julianne Moore) es un ser epicúreo. Subrogada a los placeres de la vida. Al alcohol, a los cigarrillos, a la contemplación de la vida, a rodearse de belleza y a serla. A ser ese ser definido por un carpe diem constante. Y a mostrar ese momento como si fuera el último a George Falconer (Colin Firth).
Charley (Julianne Moore) y George (Colin Firth) son polos opuestos. Visiones distintas. Planificaciones y proyecciones de la persona dispares pero juntas en sus extremos. El pasado es una cárcel para la persona: es un encuentro con el presente: un choque entre la experiencia vivida y la que se está viviendo. Un choque con el aquí y el ahora.
Kenny (Nicholas Hoult) es la representación de la juventud para George (Colin Firth). Estudiante en sus clases. Son las ganas de vivir; es el amor que une frente a la pérdida que separa. Representa esas ganas de conocimiento. Conocimiento académico y de la vida. Al igual que Carlos (Jon Kortajarena).
Pero la vida es lo que pasa mientras tú haces otros planes. Planes que al final se tergiversan. Ten cuidado con lo que deseas porqué se puede hacer realidad. Y cuando, finalmente, desees vivir; continuar —aunque sólo sea por curiosidad— puede que tus deseos primarios lleguen a cumplirse. Carpe diem; vive el momento. Disfruta la vida. Dedicate al placer no obviando su contrario: la muerte. Eso es, precisamente, lo que nos visualiza esta obra audiovisual de Tom Ford.