De la mano de Jeremy Irons. Nos adentramos en el siglo de oro español. Nos adentramos en cuando la península ibérica era, junto a Italia, uno de los puntos influyentes del comercio, de los intercambios, de las tendencias y de las artes. Una historia llevada por las clases altas, mostrando el resplandor de una época que no fue vivida para todxs igual. Epoca que definió unas características concretas en el arte. Definición que se tradujo en los comportamientos sociales de entonces y de hoy en día. Bienvenidos al museo de Prado, lugar donde pintores y reyes, desde el mismo espacio y la misma época, mostraron sus diferentes intereses.
Concebido por José Moñino y Redondo bajo el reinado de Carlos III y diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva, el cual también realizó el real jardín botánico y el real observatorio astronómico, el Museo del Prado —situado en un antiguo prado, de ahí el nombre— era la joya científica con la que, junto a sus otras dos instituciones mencionadas, el monarca quería realizar la colina de la ciencia, y así situar Madrid en el pensamiento de la Ilustración.
Hoy en día, el museo nacional del Prado es una pinacoteca donde se muestran historias de reyes y reinas, de guerras, de conquistas y derrotas, de dinastías, de cánones de belleza, de intereses comerciales, de un siglo de oro para la península ibérica que ya no volverá. Un espacio físico a la memoria colectiva que, en cierto sentido, obedece a la creación de nacionalismo.
Nacionalismo que, a través del arte, reproduce ciertos cánones necesarios para establecer una conceptualización, alejada de la realidad, de lo que es y lo que no es, dentro de ese mismo imaginario colectivo, pertenecer a dicha nacionalidad.
El museo como espacio de creación, como historia viva que influye en nuestro día a día más cotidiano. Una influencia que debería redimirse no solamente a la historia, sino también a las historias; a aquello que se muestra, sí. Pero también hacer énfasis en aquello que no se muestra, en aquello que se intuye pero que no se ve. El museo como espacio de reflexión de las diferentes realidades que lo han envuelto durante su trayectoria. Como espacio donde confluyen las trayectorias actuales y donde se entremezcla el pasado y el presente.
Valeria Parisi nos muestra el museo como un espacio armonioso, donde recorrer el pasado y mirarlo, a modo de espejo, para con el presente. Nos presenta un museo donde poder contemplar la historia y poder, en cierta manera, confrontarla. Un recorrido, de la mano de Jeremy Irons, donde conocer el Museo del Prado. Recorrido que nos lleva por las glorias del siglo de oro español pero, a la vez, nos lleva a las miserias de dichas glorias. Todo, de la mano de quien las retrató en su momento.