‘RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS’ O CÓMO ARDER EN LOS ADENTROS

Una linea. Una linea sobre un lienzo. El fondo blanco, dibujando un límite. Límites que Héloïse (Adèle Haenel) conoce muy bien. Los conoce del convento, donde acaba de salir para regresar a su casa. Casa donde le espera su madre y madre que, en un intento de dejar el campo burgués británico y regresar a Italia, acuerda un matrimonio de conveniencia con un Milanés. Matrimonio que necesita un retrato de bodas de Héloïse. Retrato que no la refleja; que, hasta ahora, ha estado inundado en límites. Límites que la pintora Marianne (Noémi Merlant) intentará desconfigurar; límites que la llevaran a realizar un ‘retrato de una mujer en llamas’.

Arder. La fina línea de la santidad y la ignorancia con la devastación y la certeza del mundo que nos rodea. Un lienzo, un espejo donde mirarse en el siglo XVIII; donde el proceso creativo es un juego de reflejos donde habitualmente se acaba ardiendo. Unos reflejos entre pintora y pintada; entre quién mira y quién es mirado; cómo se mira y cómo se es mirado; la mirada como punto creativo, en el lienzo y más allá de él.

Lienzo que Héloïse (Adèle Haenel) y Marianne (Noémi Merlant), en ese juego de miradas y de delatarse y que te delaten, ven el reflejo de la una y la otra. Reflejo que las llevara a, entre silencios, desnudarse para ver sus verdaderos retratos; el que va más allá de la pintura, de los límites del lienzo. Retratos que la llevaran a sus adentros para, finalmente, ser el recuerdo; ser, injustamente, sólo un retrato.

Céline Sciamma nos lleva al siglo XVIII. Nos trae un juego de miradas donde, a través de lo físico, lo espiritual se muestra más simple y más auténtico pero también más efímero, pues la mirada suele durar un instante. Instante que es el verdadero delimitador de los propios límites y de los ajenos, pero que puede ser mucho más liberador que toda una vida de cadenas.

Y es que, al final, ver sin ser visto por el ser amado puede ser una condena o una liberación. Todo depende del instante, como cuando Orfeo se gira a ver a Eurídice por última vez. Instante que puede significarlo todo.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s