‘COLOR OUT OF SPACE’ O CÓMO HACER UNA CRÍTICA AL ANTROPOCENTRISMO

Nathan Gardner (Nicolas Cage) vive en una granja con su mujer Theresa (Joely Richardson) y sus tres hijos: Lavinia (Madeleine Arthur)Benny (Brendan Meyer) y Jack (Julian Hillard). Él se dedica a cuidar de sus alpacas y ella es corredora en bolsa. Una noche, en la tranquilidad de la naturaleza, aterriza un meteorito en el jardín de los Gardner. Meteorito que traerá un aura llena de color, color que ira alterando el tiempo, el espacio, las percepciones, la familia. Familia que acabará imbuida en esa áurea; en ese ‘Color out of space’.

Wica o wice; brujo y bruja, de la magia, no necesariamente negra. Duoteísmo basado en los astros; la Diosa de la luna y el Dios Astado, ambos simbologías de la unificación de varios dioses antiguos. Religión neopagana que se estableció públicamente a través de diversos escritos en la primera mitad del siglo XX por Gerald Gardner. Antropólogo aficionado y brujo practicante.

Brujo practicante, como Lavinia Gardner (Madeleine Arthur) haciendo un ritual para atraer lo bueno, para alejar lo malo. Para atraer al hidrólogo; a Ward (Elliot Knight), como una fuerza externa para, a través de lo que fluye, del agua, del estado líquido, sólido y gaseoso, invadir poco a poco el espacio, el tiempo, como un aura que lo cambia y lo colorea todo y a todxs.

Aura que lo invade todo. Lo invade desde el centro. Más bien, desde una perspectiva antropocentrista. Una perspectiva donde lo exterior, lo externo, se entiende como algo inexplicable e incomprensible per se pero también por falta de voluntad. 

Un meteorito que trae una alteración del concepto de familia, de regularidad, de ser hijo, de ser padre, de comportamiento, de alteración de costumbres. Un meteorito que trae una nueva aura para todxs. Una aura comunal donde el tiempo y el espacio es diferente al conocido por la humanidad. Una alteración que lo tiñe todo de unos ríos de color púrpura y rosas visuales. 

Una visualización de lo inexplicable, lo externo, lo ajeno a nosotrxs, como aquello que interfiere en lo diario; en lo mundano de las costumbres de las personas y que asumimos adaptándonos a ello; fluyendo como el agua. Un color del espacio exterior que, en definitiva, a venido a darnos más color a la vida.

Richard Stanley  nos induce en esta historia lovecraftiana llena de color. Exactamente llena de color rosa, de color púrpura. Una historia que induce a calcular nuestros tiempos y nuestros espacios y nos recuerda que lo importante es ser conscientes de cómo llenamos dichos tiempos y dichos espacios. Una historia de horror reflexivo que nos recuerda que, como dijo Erasmo de  Rotterdam, ‘en el país de los ciegos, el tuerto es el rey’. Véanla y sabrán por qué.

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