Las idas y venidas pueden situarnos en el lugar donde siempre hemos permanecido o, por lo menos, en aquel al que hemos pertenecido. Phillip (Jakob Lassalle) es un adolescente de 13 años que vuelve, después de estar desaparecido una semana, a casa con su hermana Flo (Clara Möller) y su madre Astrid (Maren Eggert). Madre que intenta convivir con el duelo de su marido, director de teatro, muerto. Intenta vivir con un pero. El pero de ‘estaba en casa, pero…’ esa condición sine qua non que nos interponemos en la cotidianidad.
La cotidianidad nos lleva a rincones que pueden ser desesperantes y que nos pueden inundar o revivir si nos apegamos mucho a ellos o, por el contrario y con el mismo resultado, nos desprendemos. En eso consiste la cotidianidad; rutina; repetición. Repetición que lleva a Astrid (Maren Eggert) a esas repeticiones, a apegarse a los momentos que pasaba con su marido recientemente difunto y a intentar desprenderse de las ataduras que consignan dichas repeticiones.
Phillip (Jakob Lassalle) se sitúa en esa misma cotidianidad, en su contrario y, a la vez, con el mismo resultado: huir para volver al punto de partida. Punto de partida que no es el mismo. Punto de partida que, al volver de su desaparición, sitúa a su madre, su hermana y a él en diferentes posiciones, diferentes representaciones, y actuando en diferentes repeticiones.
Repeticiones que no son más que representaciones, como en el teatro. Un modo de llegar a la realidad que nos envuelve y que nos agota y, a la vez, la agotamos debido a la cotidianidad. La representación es una parte fundamental de la vida porque la vida es representación en sí misma. Actuar es emplear el cuerpo para decir mentiras que es, en el fondo, lo que nuestra breve existencia desea expresar en nuestro entorno social. Por eso, el teatro que es la vida es lo opuesto a la muerte.
Angela Schanelec nos lleva a Berlín, nos lleva al loop que es la cotidianidad de nuestros días y el modo en que, cuando esta se ve tremendamente dañada, intentamos lo más rápido posible regresar a ella. ‘Ich War Zuhause, aber’ es una muestra de nuestras actuaciones en el plano social, del modo en que mentimos con nuestros cuerpos, del teatro que es la vida, como decía La Lupe.