Sandro Karnas (Leandro Faria Lelo) va de su casa a la fábrica de fertilizantes y de la fábrica a su casa. A veces, pasa por la piscina, va a jugar un partido de futbol, hace algún puzzle o queda con su compañero de trabajo Ricardo Cardoso (Allan Jacinto Santana) para algún que otro encuentro sexual. En su monotonía, en sus tiempos controlados, Sandro (Leandro Faria Lelo) controla, precisamente, dichos tiempos: el tiempo en la piscina, haciendo el puzzle o cuando juega a futbol. Tiempos sobre los que empieza a perder el control, empezando cuando aparece, en la piscina, Maicon Machado (Rafael Teóphilo) el cual le sustituirá en los encuentros sexuales con Ricardo (Allan Jacinto Santana) y hará que cambie el control por los celos: un cambio de vientos en toda regla; un cambio a ‘vento seco’.
Cambios que trastornan nuestra cotidianidad. Todo empieza con la normalidad, una rutina y el modo en el que la alteramos —o nos la alteran—. Un modo de romper nuestros esquemas que tenemos definidos para poder desenvolvernos con seguridad, sin histrionismos. Un tipo de conducta que, aunque liviana, pequeña, inadvertida, es violenta en su metodología. Como aseguraría Bruno Bettelheim al referirse a los cuentos de hadas como aquella situación ficcional que nos devuelve a nuestro lugar.
Sandro (Leandro Faria Lelo) sufre ese mismo tipo de violencia al que se refiere Bettelheim: un hecho cotidiano como la ruptura de sus encuentros sexuales con Ricardo (Allan Jacinto Santana) por Maicon (Rafael Teóphilo) le devuelve a una relación definida por el amor romántico del siglo XIX. Un amor que ejerce un control sobre él mismo que le desprende de su cotidianidad tan denostada por él pero tan apreciada en su pérdida. Pérdidas situadas en el subconsciente.
Daniel Nolasco nos lleva a dicho subconsciente. Nos presenta un dualismo entre lo que tenemos y lo que deseamos mediado por las fricciones de nuestro día a día. Un dualismo entre la carne y el (in)consciente que ejerce más poder sobre nosotrxs del que podemos controlar. Una pérdida de control con tintes trash sobre el amor, la carne, la violencia, el control y el respeto hacia unx mismx.
‘Vento seco’ es una escalada al subconsciente ficcional para hacer un descenso abrupto hacia aquello que nos devuelve a nuestro lugar.