Irlanda, años 90 del pasado siglo. El I.R.A. se empieza a disolver y el uso de las drogas en Irlanda se expanden como la pólvora. Mientras, Eddie (Fion O’shea) y Amber (Lola Petticrew) asisten a su instituto donde a una le acusan de demasiado masculina y a otro de demasiado femenino. Para acabar con dichas acusaciones, deciden hacerse pareja. Pareja que acabará uniéndoles de un modo que no se esperaban y que los situaran fuera de las perspectivas de sus futuros particulares. Perspectivas que al ‘dating Amber’ lo cambiará todo.
Lo cambiará todo para Eddie (Fion O’Shea) dándose cuenta de la diferencia entre aquello impuesto y aquello sentido. Cambiará su idea de tradición, su idea de familia al ver unos padres que no se quieren pero que ‘tienen’ que seguir juntos, su idea de la vergüenza social, y su empoderamiento en un ambiente que lo desarticula como persona constantemente.
Ambiente que Amber (Lola Petticrew) intenta subvertir desde Simone De Beauvoir, desde el segundo género, desde su posición de señalada por ser la niña la cual su padre se ahorcó. Posición que, frente a los demás, la debilita y, desde ella con su actitud, la empodera. La empodera a cambiar las cosas, a cambiar su ambiente.
Ambiente que para ninguno de ellxs es viable pues ambos se ven forzados, por su identidad sexual, a tener que vivir fuera de los contextos que les envuelven. Se ven forzados a vivir en los contextos de los márgenes, en Dublín o, posiblemente, Londres. Contextos que tampoco les pertenecen pero que hacen que ellxs mismxs sí puedan pertenecerse.
David Freyne nos lleva a unos paisajes donde la naturaleza reina con total armonía y serenidad mientras lo humano, entre risas y tristeza, se ha perdido. Risas y tristezas que el elenco es capaz de balancear en un juego fílmico donde los dilemas interiores nunca casan con los exteriores a pesar de que todxs los presentan.
‘Dating Amber’ es un situarse en ningún lugar para, precisamente, recolocarte y reconocerte como unx mismx.
Cinematismo 