Ser un hombre mercante. En 1940, en Japón. Te lleva a otros lugares, te lleva a negociar con otros términos, con otros backgrounds culturales. Unos backgrounds, unas identidades que llevaron, en una globalidad, al contexto bélico de la guerra del pacífico. En la particularidad llevaron a Yusaku Fukuhara (Issey Takahashi) a presenciar, en un viaje de negocios, una atrocidad en Manchuria. Una atrocidad que puso en jaque su matrimonio con Satoko Fukuhara (Yû Aoi). Y Satoko (Yû Aoi) puso su integridad en riesgo por desvelar dichas identidades. Un baile de máscaras peligrosas donde la identidad no es qué se es sino una vía para la supervivencia. Es ‘La mujer del espía’.
Identidades en Kobe, Japón, donde en la recámara de la segunda guerra mundial y con la guerra del pacífico sucediendo, el uso de éstas se viene apropiado por todos los agentes sociales, culturales y estatales con tal de fortalecer las diferencias con el enemigo más allá del campo de batalla. Un campo de batalla que, como presencia Yusaku Fukuhara (Issey Takahashi), se ha extendido llegando a Manchuria, a unos laboratorios, a someter y sublevar, a la atrocidad. Una atrocidad filmada en 16mm.
Unos 16mm de película que, junto a un informe, Yusaku Fukuhara (Issey Takahashi) pretende mostrar para que se vea que, en nombre de una identidad preconfigurada de una nación, se cometen crímenes. Crímenes que refuerzan la idea de dicha identidad y que, todo lo que se vea relegada de ella, queda descartado y eliminado. Unos 16mm, en definitiva, que introducirán la imagen dentro de la imagen: el cine dentro del cine, y que nos recuerda, también, en el uso de éste en el imaginario colectivo. El uso del recurso metafílmico en el filme en sí mismo, como hicieran, situado en la misma época, en ‘The Man in the High Castle’.
Kiyoshi Kurosawa realiza un filme muy bien milimetrado donde destaca el uso de la construcción de la identidad tanto colectiva como individual en un contexto bélico, así como la utilización de aquello que va más allá de la pantalla para formar los dos personajes principales. Unos personajes que sólo ellxs, en el baile de máscaras en el que participan, saben quién es quién.
‘La mujer del espía’ es representación e identidad como un autoengaño.