Desaparecer. En un ambiente donde el Estado ahoga, asfixia y hace desvanecerte, Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione)llega de Suiza a la Argentina en representación de la banca privada que fundó su bisabuelo. Llega con su mujer, Inés De Wiel (Stéphanie Cléau), para reunirse con sus clientxs. Unas clientxs que, antes, se reunían con Keys, socio de Yvan, antes de que se desvaneciera. ‘Azor’, como el pájaro que vuela entre la arboleda para cazar a sus presas.
Unas presas que, dentro del proceso de ‘reorganización nacional’ llevado por la iglesia católica junto al ejercito militar, jugaban un papel fundamental por su posición, por su influencia y por su poder monetario.
Un poder que Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione) raciona a través de reuniones con mujeres aristócratas que viven con temor dicha ‘reorganización’ o padres, con mucha influencia, que viven en la pampa y que echan de menos a su hija porqué la ‘reorganización’católico-militar la ha desvanecido de la faz de la tierra.
Una tierra, una ‘reorganización’ que, en últimas, Yvan se verá envuelto en ella, pues sus reuniones son acuerdos de financiaciones para con el poder católico-militar. El mismo poder que hizo desaparecer a su socio Keys. Un socio que, al contrario que él, se implicó mucho más ya que la neutralidad de Yvan también es una posición delante de la situación vivida.
Una vivencia, ‘Azor’, que calmada y agradable, nos hace siempre estar en constante tensión a través del uso de la banda sonora. Una tensión que nos llega, también, por las actuaciones, por las expresiones.
Andreas Fontana nos muestra un thriller de altas esferas donde el Estado dictatorial mueve ficha junto al intrincado mundo de las bancas privadas suizas y sus relaciones desde un punto de vista ético.
‘Azor’ es una vista panorámica y a la vez particular del blanqueamiento de los regímenes dictatoriales.
Cinematismo 