Ser madre. Unas ideas preconcebidas frente a ello. Claire Doyon filma a su hija Pénélope desde que nació, hace 18 años. Unos años donde en relación con Pénélope, su hija, está aprendiendo a convivir con su condición, con el sindrome de Rett. Años que Claire nos muestra sus vivencias junto a Pénélope, sus temores, sus alegrías, sus miedos, su aprehensión de la situación, sus frustraciones y su visión. Una visión que acaba transformándose gracias a esta carta audiovisual que le dedica a su hija ‘Pénélope, mon amour’.
Una carta audiovisual donde, a través de los años, podemos ver las frustraciones de una madre para ‘normalizar’ la situación de su hija y acabando poniendo en entredicho dicha ‘curación’ la cual viene movida por una aceptación social fomentada por, como dice ella, lxs normópatas.
Unxs normópatas que abogan por la búsqueda de la función social en el individuo y que, cuando ésta falta, surge el rechazo por patologización sobre la persona. Una patologiazación que, existente en Pénélope, no ayuda a generar una vida de calidad ya que, como Claire nos muestra, se crean más espacios de ‘curación’ que espacios de disfrute y vivencia.
Es esa búsqueda de la curación la que lleva a Pénélope, Claire y su papá a Mongolia para darse cita con un Chamán. Lugar, Mongolia, donde sí se darán, al margen de la búsqueda ‘curativa’, espacios de disfrute y buenas vivencias, como cuando Pénélope se mimetiza con los renos haciendo que la mirada de su madre, Claire, sobre esa imagen sea de felicidad.
Claire Doyon nos enseña este diario audiovisual experiencial y personal sobre la relación con su hija que tiene síndrome autista de Rett. Un diario donde relata sus crudezas, sus vivencias, sus alegrías y sus miedos y donde, gracias a estos, vemos como la visión de Claire evoluciona, avanza.
‘Pénélope, mon amour’ es una bella carta audiovisual, con su crudeza y su realidad, sobre la relación entre una madre y una hija que sufre síndrome de Rett.