’MON CRIME’ O CÓMO HACER UNA COMEDIA FRESCA E INTELIGENTE

Madeleine Verdier (Nadia Tereszkiewicz) y Pauline Mauléon (Rebecca Marder) son dos compañeras de piso sin blanca. La primera, una actriz sin éxito. La segunda, una abogada que no tiene casos que defender. París años 30 del siglo pasado. Montferrand (Jean-Christophe Bouvet) aparece muerto en su casa de las afueras de París. Famoso productor teatral y conocido en la alta sociedad. La principal acusada: Madeleine Verdier, que justo el día de su asesinato se reunió con él para trabajar en una de sus obras teatrales. Tanto Madeleine como Pauline se las ingenian para hacer del crimen de Montferrand su crimen. Lo que no saben es que hay gente que también quiere apropiárselo, como Odette Chaumette (Isabelle Huppert) haciendo de éste ‘mon crime’.

Apropiaciones que se dan cuando la fama, conseguida con una magistral defensa por parte de Pauline, elevan el trabajo de Madeleine dentro del mundo cultural y social de la época, a la de una mujer independiente, sensata, capaz y que desdibuja las fronteras establecidas en la esfera pública entre hombres y mujeres.

Unas fronteras que ambas jóvenes son capaces de desdibujar con ingenio como arma de supervivencia, haciendo de aquello horrendo una oportunidad visionaria y traspasando las líneas entre el teatro y sus realidades, como en la obra final que interpretan.

François Ozon crea una comedia fresca a la par que inteligente, adaptando una obra teatral de Georges Berr y Louis Verneuil, donde los enredos, el papel de la fama, el de la mujer y el tipo de reconocimiento que otorgamos se tejen de una manera excelente con unas actuaciones brillantes.

‘Mon crime’ es una mezcla, en pantalla, donde lo teatral y lo cinematográfico se fusionan a la vez que se referencia el cine mudo así como aquello metafílmico, aquello que va más allá de la pantalla. Y todo con un lenguaje cómico superior.

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