Todo quema, todo arde. En la familia de Montse (Emma Vilarasau), todos viven con un resquemor dentro que intentan llevarlo como pueden. Familia burguesa de Barcelona, se reúnen en su casa de Cadaqués, la cual Montse quiere vender ya que no la disfrutan como antaño. Montse aprovecha ese fin de semana en familia para reconectar con todxs ellxs, para acercarse, para compartir. Un fin de semana, en Cadaqués, que, a toda costa, intenta que lxs devuelva a sus días familiares. Unos días que no volverán, pese al empeño de Montse. Empeño que la llevará a hacer de todo por mantener la desestructurada familia unida, incluso a quemarlo todo, incluso a poner la ‘casa en flames’.
Una casa que representa la unión del pasado y la desconexión en el presente. Una desconexión de unxs individuos que se han perdido en sus preocupaciones terrenales pero también en sus proyecciones futuras de lo que tuvo que haber sido y no fue. Una casa que, como símbolo de unión inconexa, muestra lo desarraigado de cada persona que la integra dicho fin de semana. El padre (Alberto San Juan) que manipula las situaciones a su favor, el hijo (Enric Auquer) arrastrado por la demanda de atención constante que necesita, la hija (Maria Rodríguez Soto) intentando escapar de una vida que la encasilla y la sentencia, y la madre (Emma Vilarasau) intentando unir los pedazos de una vida que creía que justificaba su existencia y que ve que se le desvanece entre los dedos.
Dani de la Orden, con guion de Eduard Sola, realizan una película coral con un balance excelente de verdad y humor en cada personaje. Una muestra de la desestructuración de una familia donde los lazos que les unen se han reformulado -pese a que los lazos que ellxs mismxs creen que les unen ya no son válidos- y donde lo relacional choca de frente con las temáticas que nos atraviesan personalmente.
Y es que, como en ‘casa en flames’, quemarlo todo, incendiarnos, reducirlo a cenizas para renacer puede que sea la mejor opción para seguir adelante. Siempre adelante.
Cinematismo 