“AMERICAN HONEY” O CÓMO SE ES UNA GENERACIÓN PERDIDA

La perdición. Perderse, en medio de la nada. Nada que hacer, nada que cumplir. Nada de donde partir. Una oportunidad de la nada. Star (Sasha Lane) decide cogerla en un entorno donde la miseria, la desesperación y el futuro no tienen cabida. Sólo está presente la nada. Y, con ese presente, decide embarcarse en el midwest en una espiral de desenfreno; de carpe diem.

Somos una generación perdida. Un resquicio entre lo que proclamamos, lo que deseamos, ante lo que nos es mostrado pero no dado. Una contradicción sistemática que hunde al espíritu de la persona. Una obligación del vivir en el presente por no presentarse un futuro. Futuro que únicamente se define por el amor. Amor en y al presente.

Generación, por otra parte, definida por las posibilidades, por un entorno marcado por los extremos. La generación pasada tiene un presente acorde con el futuro que había imaginado. La generación futura tiene un presente acorde con el futuro que imaginan. Blanco, negro, alto, bajo, rico, pobre, mucho, poco, nada y todo.

Sólo nos queda el amor. Vivir para él. Mejor, sobrevivir para él. Vender revistas para vivir en el carpe diem. Carpe diem que dura un instante; dura en el aquí y el ahora. No nos preguntamos por nuestros sueños al igual que Star o Jake. No hay futuro, no los hay. Pero los tenemos.

‘American Honey’ es una ventana a la generación millennial. Una muestra de un lugar y un tiempo sin esperanza, sin un punto de partida, sin un camino definido, sin un lugar como destino. Un barco que navega entre el éxito y el fracaso pero que no llega a ninguno de los dos puertos. Sólo nos quedamos nosotros. Solos. Una generación que ha encontrado el amor en un sitio sin esperanza.