‘MIENTRAS DURE LA GUERRA’ O CÓMO APROPIARSE POLÍTICAMENTE DE LO INTELECTUAL

La segunda república de España agoniza. Sus cortes y sus instituciones se ven manchadas por mecanismos poco efectivos donde la corrupción reina, provocando un estancamiento. Miguel de Unamuno (Karra Elejalde) ante tal situación política decide agitar el sistema, desde su posición privilegiada de intelectual respetado, apoyando a la rebelión militar. Cuando Unamuno se da cuenta de la agitación que ha apoyado, ya es demasiado tarde, Franco ya es jefe dictatorial y todo su entorno está agonizando. No sólo ‘mientras dure la guerra’, sino más allá de ésta. 

Levantarse, desayunar, vestirse, ir a buscar a Atilano Coco (Luís Zahera) y José Sánchez (Carlos Serrano-Clark) para hacer el café, ir a la Universidad de Salamanca, trabajar, llegar a casa, comer, charlar con sus hijas y su nieto, trabajar desde su despacho, cenar, irse a dormir, y vuelta a empezar a la mañana siguiente. 

Mañana, la siguiente, que Atilano no viene a hacer el café, que en la Universidad le piden que revise unos expedientes de detención, trabaja, llega a casa, come, charla con sus hijas y su nieto, trabaja desde su despacho, recibe la visita de la mujer de Atilano, cenar, irse a dormir y vuelta a empezar a la mañana siguiente. Nada cambia para Unamuno cuando todo cambia.

Cambios que vienen derivados de la agitación que pretende apoyar a la segunda república dormida, para que despierte. Pero ese despertar se ve marcado por la desaparición de todo aquello que la ha representado. Poco a poco. Amigos intelectuales detenidos y que no se supo nunca más de ellos. Un mundo en desaparición, lentamente. Mundo que Unamuno se niega a aceptar; se niega a aceptar el cambio, a aceptar su error, a ver que dicha agitación que ha apoyado es una sublevación fomentada en la superioridad de raza.

El uso de la razón y la fuerza bruta; lo racional con lo salvaje dentro del mundo conceptual de las ideas y, por ende, la confrontación de éstas con el mundo físico, estrechamente unidos. Miguel de Unamuno (Karra Elejalde) representa, en ‘Mientras dure la guerra’, esa misma dicotomía de lo pensado con lo actuado. Es decir, el uso de lo racional con lo salvaje dentro del ser humano. Lo salvaje externalizado por los rebeldes y el apoyo brindado que se vuelve en contra de él. Lo que se dice, lo que se hace, lo que entienden, lo que hacen con lo que has dicho, la distancia entre el dicho y el hecho. En definitiva, las fuerzas de las palabras y las diferencias semióticas de ellas y del ser humano en general, y las consecuencias que acarrean los diferentes usos de éstas.

En nuestros tiempos donde parece necesario algo que agite las instituciones políticas que están agonizando, la mirada al pasado que nos propone Alejandro Amenábar es una pieza audiovisual muy necesaria para focalizar el momento presente, para ver que ningún extremo es bueno, que nuestro mundo está en decadencia. Rectificar es de sabios, por eso necesitamos que nos convenzan —racionalmente— pero sobre todo lo que necesitamos es que no venzan. 

Lo que sí convence son las actuaciones de Karra Elejalde —para mí, el Toni Servillo peninsular— y Santi Prego.

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