‘RIFKIN’S FESTIVAL’ O CÓMO EL AMOR NOS CONSTRUYE Y DECONSTRUYE CONSTANTEMENTE

Sue (Gina Gershon) trabaja como agente de prensa dentro de la industria cinematográfica. Su trabajo, la lleva a acompañar a Philippe (Louis Garrel), director de cine y representado por ella, al Zinemaldia de Donosti-San Sebastián donde presenta su película sobre la guerra. A Sue (Gina Gershon) le acompaña, desde Nueva York, su marido Mort Rifkin (Wallace Shawn), profesor de cine en pausa debido a que está escribiendo su libro. Libro que no consigue avanzar debido a la distracción que le provoca la relación entre su mujer y su representado. Relación que, en el marco del Zinemaldia, se verá atrapada entre lo representado en la pantalla y lo verdadero; lo que vive Mort (Wallace Shawn) y lo que es; su propio festival. ‘Rifkin’s festival’.

Un festival, el de Rifkin, que navega entre lo banal y las grandes preguntas de la humanidad, preguntas que intenta resolver Mort (Wallace Shawn) en la consulta de su psicólogo en Nueva York y que nos conducen a través de su inclusión en el Zinemaldia. Zinemaldia que lo conduce entre lo onírico y lo verdadero y la eterna búsqueda, quizás errónea para él, de lo intelectual como sublime, como distinción —como diría Pierre Félix Bourdieu—.

Una distinción, la del gusto, fundamentada por la procedencia social del individuo así como su instrucción cultural —lease capital escolar—. Esto, guiada por una buena venta, a modo de seducción sin importar el fondo. Aquí entra en juego el trabajo de Sue (Gina Gershon) y la figura pseudointelectual (¿o intelectual?) de Philippe (Louis Garrel), un modo contemporáneo de poner en la existencia los criterios y las bases sociales del gusto. 

Un gusto que, conducido por el pseudodolor, le lleva a la consulta de la doctora Joanna Rojas (Elena Anaya), le lleva a descubrir Euskal Herria más allá del Zinemaldia, le lleva a la ensoñación, a su realidad, a revisitar las preguntas vitales, le lleva al aquí y al ahora con su trayectoria, le lleva al replanteamiento de todo y, dicho replanteamiento, a vislumbrarlo con más claridad

‘Rifkin’s festival’ es un metraje donde lo que somos y lo que quisiéramos haber sido es el hilo conductual principal que nos lleva a la continua búsqueda de significado que es la vida y que la mayoría de veces no encontramos. 

Woody Allen nos presenta, en su última comedia cómo el amor, ya sea romántico o no, es una constante construcción y deconstrucción del ser. A lo mejor, ese es el verdadero significado de la vida, si es que alguna vez lo tuvo.

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