En un búnker, en Belén. El mundo como lo conocíamos desapareció algún tiempo atrás. Un grupo de científicos recolectó un numero alto de semillas para, en dicho búnker, hacer un huerto con tal de sobrevivir a dicho desastre ecológico acontecido. Ahora se preparan para replantar la tierra, el mundo que abandonaron. En una sala, dos mujeres se encuentran: una de ellas recolectó las semillas para sobrevivir en el búnker, la otra debe llevar dichas semillas a la superficie para sembrar la tierra. Un diálogo, un cambio de perspectivas, desde dentro hacia fuera, hacia lo desconocido, y desde lo que se conoció hacia los interiores, hacia el subsuelo. Ambas conversaciones ‘In Vitro’.
Un experimento, un mantenimiento en la probeta que dibuja un mundo de aquello conocido, el pasado, como lo que dibuja, en el presente, nuestro futuro. Un futuro que se ve marcado por aquello que se determina en el lugar y en el tiempo: la memoria histórica como ente principal colectivo que delimita, moldea y redibuja nuestra comprehensión.
Una comprehensión que se ve marcada, en aquellas generaciones futuras, por un pasado que se arrastra desde una vivencia experiencial nula, desconocida, impersonal, referida por aquello colectivo en el presente e impuesto.
Una imposición que Larissa Sansour y Søren Lind plantean a través de los tiempos presentes, pasados y futuros a través de la memoria, el exilio y la nostalgia en una distopía que habla del ahora a través del juego metafórico. Una metáfora que se puede visualizar en pantalla al ver ese tiempo dividido en dos fotogramas —pasados y futuros— en el presente, en la pantalla de cine.
‘In vitro’ es un experimento que, desde la ficción, nos devuelve la realidad.