‘LA ÚLTIMA LECCIÓN’ O CÓMO NO APRENDEMOS

Error. Torpeza. Reincidencia. Una vez tras otra. El ser humano no siempre sabe diferenciar su razón; la razón. Y, por ende, no sabe adquirir conocimiento perduradero de la experiencia vivida, induciéndole, otra vez, al error, a la torpeza, a la reincidencia. ‘La Última Lección’ nunca es la última. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Piedra que, como el profesor de francés, lo lleva a acabar con todo; al suicidio.

Pierre Hoffman (Laurent Lafitte) es ahora el profesor de francés. Profesor de un grupo reducido de alumnos con altas capacidades de aprendizaje. Aprendizaje que a llevado a éstos a una comprensión del mundo pesimista y realista. Los ha llevado a ser adultos deprimidos poscontemporáneos, en una época donde la posverdad —una mentira encubierta— se toma como lo racional.

 Pero esa misma posverdad es la que  lleva a un grupo reducido de los alumnos de esa clase a experimentar límites; sus límites. Los límites con el entorno, con sus capacidades cognitivas, con su nuevo profesor de francés, con su futuro, con su culpa, con su rol en la época en la que les ha tocado vivir.

Intrigado por la experimentación de esos limites, Pierre Hoffman (Laurent Lafitte) se interesa por ellos. Se interesa por la actitud decadente de dicha generación, abrumada por el presente y en el presente.

Esa generación perdida que confronta un futuro que no han creado ellos pero con el que les toca lidiar. Una generación que representa una de las más formadas e informadas; de las más capaces, de las más racionales, de las más científicas, pero de las más desilusionadas, de las más reticentes, de las más apartadas del futuro.

Un enigma generacional  que se fusiona en la relación entre estos seis alumnos y el profesor Hoffman (Laurent Lafitte). Relación que conlleva exponer los miedos de unos y de otros. Conlleva una incomprensión; una violencia no física que se sitúa en el ambiente; unas relaciones, entre adultos, desilusionadas; una aceptación de uno con los otros generacional. Actitudes confrontadas que acaban por unirse. Una trampa psicológica, para el profesor y el espectador, que los llevará a tropezar en la misma piedra.

Y, es que, Sébastien Marnier nos recuerda, en esta película de género híbrido, que el ser humano es el único que tropieza dos veces en la misma piedra. Nos recuerda que el error, la torpeza, el reincidir es un hecho individual y colectivo a la vez. Que esa misma piedra es la piedra en la que estamos todxs tropezando ahora. Nos recuerdo la brecha generacional existente entre una generación educada en el auge del consumismo y una generación situada en la decadencia de este mismo.  

Sebastien Marnier nos dice que la verdad no nos liberará, nos conducirá a ser racionales y la racionalidad al suicidio metafórico y, en el caso extremo, real, del planeta tal como lo conocemos. Una última lección que, a día de hoy, parece que no hemos aprendido, que seguimos tropezando con la misma piedra.

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