UN ‘DÍA DE LLUVIA EN NUEVA YORK’ O CÓMO LA OPORTUNIDAD ES UN FRACASO

Una oportunidad es un fracaso encubierto. Es una opción que depende de una circunstancia, de un momento. El momento que te comunican que puedes entrevistar al famoso director de cine Roland Pollard (Liev Schreiber) siendo una estudiante universitaria en sus inicios con muchas oportunidades, como Ashleigh Enright (Elle Fanning). Para ello se va con su novio Gatsby (Timothée Chalamet) a pasar un par de días a Nueva York, ciudad de oportunidades. Oportunidades, situadas en momentos, situadas en lugares. En este caso, en un día de lluvia en Nueva york.

La suerte es la combinación de dos factores simples e importantes que deben conjurarse en un contexto. Es la suma de la oportunidad teniendo el talento. Es una casualidad. Casualidad donde tienes que demostrar que estás dentro de ese tiempo y con ese talento. Claro, si tus padres son acaudalados banqueros de la alta sociedad de Tucson, esta fórmula casi matemática se modifica: las oportunidades se multiplican por dos y, por ende, tu suerte suele aumentar.

 Como Ashleigh —escrito con IGH y no con Y final— tiene la oportunidad de entrevistar a Roland Pollard (Liev Schreiber) para el periódico de su universidad, hecho que la llevará a más oportunidades, como a conocer al famoso actor Francisco Vega (Diego Luna), a ayudar al guionista Ted Davidoff (Jude Law) a descubrir las infidelidades de su mujer y, en definitiva, a descubrir Nueva York y lo que la ciudad esconde: el éxito y el fracaso como cara de la misma moneda; como resultado de la ciudad de las oportunidades.

Gatsby Welles (Timothée Chalamet) multiplica por dos la otra parte de la ecuación: lo suyo es la suerte unida, ésta, al talento. Más bien unida al talento melancólico donde el resultado es el mismo: oportunidades. Oportunidades envueltas en casualidades. Como cuando se encuentra con un excompañero de su antigua universidad el cual le comenta varios cotilleos. Entre ellos, que otro excompañero está grabando un cortometraje. Cortometraje que se encuentra Gatsby, por azar,  en el rodaje de éste entre las calles de Nueva York. Allí, le piden que participe en una escena, escena donde se encuentra con Shannon (Selena Gómez), la hermana de su exnovia. Nueva York, aunque llueva, ya es eso: ciudad de oportunidades, ciudad de casualidades.

Casualidades que se convierten en oportunidades, como hizo la madre de Gatsby (Cherry Jones) en su momento. Y como cuando lo hace en el presente, contándole, en cierta manera obligada por el contexto, a su hijo el modo en que llegó a codearse con la alta sociedad de Nueva York.

Aunque llueva, un día en Nueva York puede ser muy bonito, provechoso y muy revelador. Woody Allen nos enseña una ecuación matemática: suerte es igual a oportunidad más talento. Si tus padres son banqueros, las oportunidades hay que multiplicarlas por dos; si eres Gatsby Welles, la suerte hay que multiplicarla por dos y añadir que la suma de oportunidad y talento se divide por la casualidad. El resultado es distinto siempre, pues lo que no contempla Woody Allen en su ecuación es la ciudad de Nueva York.

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