Crecer. En un mundo donde la superficialidad de la conectividad es por norma, la conexión parece haber fallado más que nunca. Crecer y, en eso, aprender a estar solo. Sólo contigo mismx. Descubrir esa parte de tu vida, de la vida de todxs nosotrxs, como única compañera vitalicia. Las ‘premières solitudes’ son las más difíciles de aceptar pero, al igual que la pérdida del primer amor, es la que nos hace avanzar.
Suburbios de París. Un grupo de adolescentes, hijos de aquellos que decidieron ser padres en la era de los 2000, se ponen en frente de la cámara. Entre clases, en el pasillo, en un jardín o en un banco del parque. Reflexionan. Reflexionan sobre el punto en el que están, en el que estarán y del que proceden. Reflexionan sobre lo que les ha llevado al presente. A estar así; a ser así.
Puntos de vista, experiencias, visiones y apreciaciones de los hechos. Hechos diferentes de trayectorias personales diversas que conjugan en el suburbio de París. Conjugan en edad. Conjugan en el sentimiento de desprendimiento de un entorno que alguna vez pareció protegerlxs, cuidarlxs. Un entorno que parece haber abandonado a dicha generación pero que la ha relegado a otra posición si la comparamos con la de sus abuelos y abuelas.
Esas ‘primeras soledades’ son entes individuales que vienen formadas por el primer amor, por el origen, por el concepto de familia, por el paso trascendental de la escuela a la vida laboral, por las motivaciones que nos hacen avanzar y los fracasos que nos frenan, por el significado de la amistad, por el amor propio, y por la forma de vivir el sexo y la sexualidad. Entes de los que hablan el grupo de adolescentes en el film. Diálogos que son un cruce etnográfico de miradas contemporáneas juveniles.
Miradas que son el resultado de la deshumanización y el proceso de neocapitalismo globalizado implementado con más fuerza que nunca en los años 2000 y que han llevado a los padres de estos chicxs a unos bioritmos diferentes de las generaciones predecesoras.
Claire Simon nos muestra una obra audiovisual documentando la decepción de las generaciones futuras con el mundo que les ha tocado vivir pero, a la vez, nos enseña que dentro de dichas decepciones, también hay ganas de continuar. Continuar para ver qué pasa. De momento no pasa nada, entonces bailamos. ‘Alors on danse’, como dice Stromae. Buena banda sonora para nuestra generación.