‘LIBERTÉ’ O CÓMO SER ESCLAVO DEL DESEO

Estamos atadxs a muchas cosas. Muchos contextos nos oprimen, nos inundan, nos modifican o, simplemente, nos alejamos de ellos por no poderlos (sobre)llevarlos. Louis XVI, por su puritanismo, es en sí un contexto que a algunxs les oprime, les inunda y les modifica, ahogando su persona. Como a la Madame de Dumeval (Theodora Marcadé), Duque de Wand (Baptiste Pinteaux) y el Conde de Tesis (Marc Susini) y sus más allegados. Ilustrados repudiados por la corte del monarca puritano, se ven obligados a huir. Huida que, una noche, les alcanza en mitad del bosque, entre Potsdam y Berlín.

Noche que reinará otro contexto: el deseo. Deseo de apartar la racionalidad para dar rienda a un libertinaje reinado por el placer. Placer entre el instinto animal e instinto racional. Racional en cuanto a los deseos perpetrados son respuestas a diferentes contextos que modifican nuestra conducta y que nos llevan a advertirnos a nosotrxs y a nuestro ambiente cercano.

Observar. Mirar y ser visto. Juego social en el que todos participamos, en el que hacemos premisas para juzgarnos, sin ningún tipo de acercamiento a la realidad. Juego que directamente influye en el otro y que conlleva cierta posesión y dominación en dicho ente.

Dominación que, dentro del juego de mirar, lleva a poseer dicho cuerpo, simbólica y físicamente. Posesión que acarrea un diálogo entre dos entes o más y que concede ciertos derechos y ciertas obligaciones con unx mismx y con otrxs. Dominación penetrada por diferentes entes sociales y culturales. 

Penetración que sirve para sodomizar los cuerpos y ser ente sodomizado. Un uso y desuso del ser que, a la vez, nos ata y nos libera dentro del mismo contexto, de la misma noche, haciendo que sea, en el fondo, un juego de poder. Un poder cedido y concebido para satisfacer al deseo. Un poder que reconfigura, en un acto, nuestras concepciones sociales y culturales. Una aristocracia excretada por dichas concepciones pero que las reproduce porque están insertas en ellas mismas; en su conducto.

Albert Serra nos lleva a través de un largo camino por la noche. Un camino guiado por el deseo egoísta reina para dar paso a unas relaciones ya forjadas en un tiempo y lugar anterior pero no sucumbidas. Relaciones definidas por la observación de un ente sobre otro, y la dominación que ello conlleva. Una pieza audiovisual donde el espacio y el tiempo, como contexto, se vuelve tan simples, tan primarios, que nos recuerda al ideal de libertad más simplificado. ‘Liberté’ no se relaciona con la moral, sino con el uso y abuso que hacemos de ella.

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